Intervención clínica de RFT-ACT en procesos transdiagnósticos: nuevos horizontes

Por Dra. Bárbara Gil Luciano
25 enero 2019
En los últimos años está surgiendo un creciente (y muy necesario) interés en unificar los procedimientos clínicos de la terapia psicológica en función de los procesos y mecanismos que subyacen al cambio terapéutico.
Esto no sólo permite una mejor comunicación entre los distintos enfoques y modelos, sino que potencia considerablemente la eficacia de cualquier procedimiento al obligarnos a dirigir el punto de mira a cuáles los son procesos, mecanismos o claves necesarias para promover la flexibilidad psicológica con la máxima precisión.
Dicho interés nace, particularmente, de los avances conceptuales y experimentales de las dos últimas décadas. Gran parte de estos avances los protagoniza el conocimiento desprendido de la teoría del marco relacional (TMR; Hayes, Barnes-Holmes y Roche, 2001), que permite la captura de procesos tremendamente relevantes en el terreno clínico – y en cualesquiera donde se encuentre la conducta humana. Si repasamos algunos de estos avances en el terreno clínico en el último lustro, encontramos que…
- Un punto de inflexión sucede en torno al año 2016. Como resultado de amplia creatividad investigadora, se conceptúa de modo preciso un término considerablemente usado desde múltiples enfoques, pero falto de minuciosidad técnica: la flexibilidad psicológica. En presencia de malestar, ¿cómo promover la acción flexible, o acción cuyas consecuencias están en línea con lo que valoramos? Tres estrategias simultáneas desde la terapia contextual harán posibles las condiciones para contactar con algo más que el malestar cuando éste esté presente. Ese algo más, hecho de valor, tomará el control de la reacción subsiguiente (ver en mayor detalle en Törneke, Luciano, Barnes-Holmes, & Bond, 2016).
- De forma paralela, se comienza a definir el Yo a través de las nociones de la conducta relacional (Luciano, 2017). El Yo y sus contenidos parecen organizarse de manera jerárquica, de modo que unos contenidos sobre uno mismo engloban a otros. Por ejemplo, “Me siento inútil” engloba un torrente de otros contenidos con menor carga emocional: “No voy a aprobar el examen”, “No se me da bien mi trabajo”, etc. Situado en oposición, el Yo también comprende contenidos de carácter apetitivo organizados de forma jerárquica, contenidos que denominamos augmentals apetitivos o valores. Este rol de la jerarquía en torno a los contenidos tiene importantísimas implicaciones en la intervención clínica que comentaremos más adelante.
- La rumia y preocupación excesivas son estrategias que han sido englobadas recientemente bajo el término pensamiento negativo repetitivo (PNR; Ehring y Watkins, 2008), y es denominador común a múltiples trastornos psicológicos. El PNR es una estrategia inflexible especialmente perniciosa porque suele (a) ser la primera en ponerse en práctica ante la presencia de pensamientos y emociones con funciones aversivas, (b) dar lugar al mantenimiento y amplificación del malestar, y esto (c) lleva a poner en práctica estrategias adicionales de evitación experiencial (Ruiz, Riaño-Hernández, Suárez-Falcón y Luciano, 2016).
- A consecuencia de los puntos anteriores, actualmente se encuentra en plena efervescencia una línea investigación que tiene como objetivo diseñar y evaluar empíricamente protocolos breves basados en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT; Hayes, Strosahl y Wilson, 1999; Wilson y Luciano, 2002) centrados en desmantelar patrones disfuncionales de PNR. Este trabajo lo estamos desarrollando en un esfuerzo conjunto en el Clinik Lab (Fundación Universitaria Konrad-Lorenz), Madrid Institute of Contextual Psychology y en el Grupo de Investigación en Análisis Experimental y Aplicado del Comportamiento de la Universidad de Almería.
- A día de hoy, los resultados de dos estudios clínicos en esta línea han visto la luz. La evidencia indica que los protocolos breves de ACT centrados en PNR pueden ser considerablemente eficaces en el tratamiento de trastornos emocionales. Dichos estudios están disponibles para su consulta en Ruiz et al. (2016) y Ruiz et al. (2018). Actualmente, en otros estudios finalizados y en curso, se está analizando el efecto de este tipo de protocolos de ACT en trastornos emocionales severos, depresión infantil, niños con superdotación intelectual con problemas escolares y esquizofrenia. Asimismo, el efecto del protocolo utilizado en este estudio está probándose en un ensayo clínico aleatorizado con un amplio número de participantes, y se está desarrollando y poniendo a prueba una intervención online para trastornos emocionales.
Interviniendo en la raíz del problema
El punto clave de este nuevo modo de intervención se basa en la importancia del rol de la jerarquía tanto a la hora de promover la flexibilidad como a la hora de conceptualizar la inflexibilidad. Ruiz et al. (2016) propusieron que los disparadores de PNR suelen organizarse de manera jerárquica, de modo que unos disparadores más abstractos contienen a otros más concretos (Gil-Luciano, Calderón-Hurtado, Tovar, Sebastián y Ruiz, en revisión; Luciano, 2017). Esto ha llevado a sugerir que las intervenciones dirigidas al disparador de PNR en la cúspide de la jerarquía pueden ser especialmente eficaces de acuerdo con la investigación en RFT relacionada con la transformación de funciones a través de relaciones jerárquicas (Gil, Luciano, Ruiz y Valdivia, 2012). Los protocolos de intervención van dirigidos a cambiar la función discriminativa del disparador jerárquico de PNR, efecto que parece extrapolarse al resto de disparadores.
¿Cómo incorporar esto en sesión en las interacciones clínicas? Iremos actualizando los protocolos de intervención al hilo de los avances y publicaciones que vayan sucediéndose (otros artículos empíricos y manuales de divulgación de práctica clínica mostrarán en mayor detalle estas asunciones y se publicarán oficialmente en los próximos meses).

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