Construyendo y desconstruyendo los problemas psicológicos

Por Adrián Barbero Rubio
Ps. Sanitario, Coord. Académico e Investigador de MICPSY; Profesor Doctor Universidad de Comillas (Madrid)
17 dic 2018
Desarrollando formas de entender la construcción de los problemas psicológicos y los procesos de cambio desde ACT (Terapia de Aceptación y Compromiso).
Resulta que en mi despacho de MICPSY hay un gran y cómodo sofá, unas cálidas estanterías y una distribución muy acogedora. Estas condiciones hacen que mis socios fundadores y amigos (Ángel y Bárbara) lo frecuenten (al fin y al cabo no podemos renunciar a la clase de organismos que somos). Es entonces cuando surgen estas cosas y otras tantas que enriquecen nuestra formación y los textos que están en el horno.
Fijándonos en la figura que se incluye más abajo, la ontogenia de un individuo queda aquí representada por la acumulación de presentes en una u otra dirección. Por ejemplo, supongamos una persona que empieza a interactuar con lo que piensa y siente de forma que ante un pensamiento molesto reacciona como si fuera un elemento a ser eliminado para poder continuar viviendo. Sea lo que sea que hiciera para conseguir ese objetivo (distraerse, darle vueltas-rumiar, tomarse una pastilla, etc.), este podría ser alcanzado, aunque sea por un breve lapso de tiempo (sabemos que es francamente imposible para siempre), y entrampar al individuo en esta forma de reaccionar. Y numerosos presentes (ejemplos) de este tipo de reacción, que ahora denominamos inflexible, llevan consigo dos efectos fruto del aprendizaje, a saber: uno, la relación que estableces con estos pensamientos molestos se fortalece, esto es, cada vez tu reacción es más estrecha, rápida y sistemática, hasta ser automática, es decir, los pensamientos cada vez tienen más capacidad de control (en la figura, puede apreciar este fenómeno en la forma en la que se estrecha progresivamente el espacio existente entre el muñeco y el punto negro, hasta pegarse al completo) y, fruto de lo anterior, dos, otros elementos reforzantes que forman parte de lo que para la persona es importante cada vez tienen menos capacidad de control (se puede observar cómo lo que en la figura aparece como horizonte o funciones ligadas a valor se va desvaneciendo). Es en este punto cuando lo que se desvanece tiene como consecuencia más dolor y sufrimiento. Es aquí cuando decimos que hay un problema psicológico digno de las más habilidosas manos de ACT.
Adviértase (y los clínicos más experimentados sabrán de qué hablamos) que no es lo mismo que una persona llegue a sesión tal y como el segundo o tercer muñeco representan (apenas un conjunto de conductas de evitación a sus espaldas), que como el cuarto o quinto muñeco muestran, es decir, con reacciones más fortalecidas y limitantes, y con más pérdidas.
ACT va a generar las condiciones para que disminuya la capacidad que tienen esos pensamientos molestos de controlar la conducta del individuo. Va a crear un espacio donde la persona pueda relacionarse de otro modo con aquello que piensa y siente, de forma que la reacción no esté controlada por esto último, sino por esos elementos reforzantes que configuran lo que llamamos horizontes de valor personal. Esta otra relación es de inclusión, es decir, que el pensamiento molesto sea tomado como una experiencia más que tiene la persona en el camino de vivir. Con cada acto de inclusión, más espacio existe entre la persona y dichos pensamientos (en la figura puede observarse el proceso inverso a partir de la aplicación de ACT; hay cada vez más espacio entre la persona y el punto negro). Esto supone a la vez, que dichos elementos reforzantes de valor adquieran o recuperen la capacidad de controlar la conducta. Es como si, por el espacio que dejan dichos pensamientos molestos, aflorase lo que está ligado en esencia a la persona y empezara a controlar la conducta. A esto lo llamamos flexibilidad psicológica.
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