Sistema de motivación “Sé un superhéroe”. Una economía de fichas con elementos de ACT

Por Ángel Alonso
Sumándose a otras iniciativas de MICPSY durante la situación de confinamiento – ahora desescalada- derivada del COVID-19, hemos elaborado una herramienta dirigida especialmente a profesionales que trabajan con familias para potenciar la flexibilidad psicológica en los niños. El sistema de motivación “Sé un superhéroe” reúne elementos de la técnica conductual llamada economía de fichas y elementos propios de la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT).

El confinamiento motivado por el COVID ha generado retos a todos los niveles. Uno de los más visibles y sonados ha sido el tratar de convivir en familia de un modo satisfactorio con todos los impedimentos que se derivan de una situación tan excepcional (sin morir en el intento, podría añadirse). Póngase como ejemplo el caso de los padres que han tenido – y tienen- que conciliar el teletrabajo con una dedicación mucho más extenuante y prolongada a sus hijos. “Mamá/Papá, ayúdame con esto”, “no encuentro el cuaderno”, “no sé hacerlo”, y frases del estilo, aparecen en el día a día familiar como fuegos que nunca terminan de apagarse. La ausencia de colegio ha empujado a los padres a tener que multiplicar sus esfuerzos para orquestar su vida y la de sus hijos de un modo razonable, cuando no simplemente de «supervivencia”. A una organización ya de entrada complicada, se suman – especialmente cuando hay muchos miembros en la familia y un espacio reducido- disputas, enfados, hastío, frustraciones, y un vaivén de emociones y modos de reaccionar en los niños que no suelen ser fáciles de manejar. Por ello, no es casualidad que en todos los medios- especialmente en internet- hayan proliferado los consejos de diversos profesionales, que, sin dejar de ser bienintencionados, no siempre están anclados en evidencias o corpus de conocimiento.
Desde la perspectiva del análisis de conducta se han gestado diversos procedimientos que, tras pasar por la lavadora del empirismo, han mostrado ser realmente útiles para influir en el comportamiento de los niños de un modo eficaz. Uno de ellos es la economía de fichas (a veces denominada, en jerga popular, sistema o programa de puntos), cuyos autores principales, T. Ayllón y N.H. Azrin, popularizaron hace décadas, convirtiéndose en un elemento reconocible en las dinámicas de muchas familias (aunque su uso no se circunscribe únicamente al manejo del comportamiento infantil y al específico del entorno familiar). Este procedimiento, resumido muy brevemente, está centrado en aplicar contingencias de reforzamiento para incrementar la probabilidad de ocurrencia de ciertas conductas deseables, y todo ello sin depender del estado motivacional del niño. Más específicamente, se seleccionan ciertas conductas y se establece un incentivo en fichas por cada una de ellas, pudiendo intercambiar estas fichas posteriormente por una variedad de recompensas, tangibles o no. Cuando la frecuencia de las conductas deseables ha incrementado y se ha estabilizado, estos incentivos van retirándose poco a poco y se va facilitando que las conductas queden controladas por consecuencias más naturales (propias de su entorno).
Como suele ser habitual en cualquier “boom”, su expansión ha ido a veces de la mano de su deformación, no siempre utilizándose de forma coherente con los principios conductuales que la sostienen (la culpa de que un destornillador, tras varios forcejeos, no abra una lata, no es de la herramienta en sí, sino de quién la utiliza y de cómo o para qué se utiliza). En cualquier caso, podría afirmarse que la economía de fichas, sobre todo cuando se ha implementado con la ayuda de un psicólogo conductual, ha servido para potenciar en miles y miles de niños comportamientos ajustados y prosociales a lo largo de los años.
De este modo, apoyándonos en este conocido procedimiento, y motivados por la necesidad por parte de los profesionales (psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, educadores, etc.) de brindar herramientas útiles a las familias en la situación tan delicada en la que nos encontramos, hemos generado un sistema de motivación que adereza una economía de fichas al uso con otros componentes que se han constatado muy útiles para influir positivamente en el comportamiento de los niños. Lo hemos llamado sistema de motivación “Sé un Superhéroe”. Aquí, particularmente, se presenta adaptada a las circunstancias relacionadas con el COVID-19 (confinamiento total o parcial, los niños no tienen colegio, teletrabajo de los padres, etc.), pero puede adaptarse a escenarios similares (como vacaciones o tiempos prolongados de los niños en casa por enfermedad).
El sistema, como ya se ha adelantado, añade a una economía de fichas elementos propios de la Terapia de Aceptación y Compromiso (conocida por sus siglas en inglés, ACT), un modelo de intervención conductual fundamentado en décadas de investigación básica y aplicada que está mostrando gran efectividad en niños. De esta forma, el sistema “Sé un superhéroe” no sólo va dirigido a incrementar el comportamiento prosocial y adaptativo del niño en el contexto familiar, sino que también persigue que los niños que participen en él aprendan a reaccionar o gestionar sus emociones de un modo más útil para ellos y para su familia– entendiendo el término “emociones” en un sentido amplio, como el conglomerado de conducta privada que surge en el niño a colación de diferentes sucesos y vicisitudes del día-, envolviendo sus acciones diarias de un mayor significado, de modo que éstas se mantengan con mayor probabilidad. Más concretamente, facilita que los niños aprendan a notar lo que sienten y piensan (caracterizado en el sistema como “emotis”), y que dirijan su atención hacia lo que es relevante en cada momento (denominado en el sistema como “misiones del superhéroe”). En otras palabras, está dirigido a potenciar en ellos habilidades de autocontrol, autonomía, y responsabilidad, que les sean útiles en diferentes facetas de su día a día.
Como no puede ser de otra manera, la herramienta por sí misma no asegura un impacto favorable- como tampoco existe música si no hay músico-, sino que el uso de ésta deberá ser coherente y sistemático por parte de los adultos que rodean al niño, y estar ajustado a los principios conductuales que rigen su comportamiento. Para ello, el sistema viene acompañado de una serie de pautas e indicaciones, pero se recomienda utilizarlo de la mano de un profesional- sobre todo si éste atesora formación en análisis de la conducta – que dé un contexto mayor a su utilización. El lector del artículo también puede encontrar aquí más pautas relacionadas con el comportamiento infantil y el contexto de confinamiento (y desescalada), que pueden complementar y ampliar el efecto del sistema que aquí se presenta.
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